María Eva Duarte, más conocida como Evita o Eva Perón, nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, ubicado en la provincia de Buenos Aires. Fue hija de Juana Ibarguren y Juan Duarte. Su padre era un estanciero e importante político y mantenía una relación “ilegítima” con Juana. Tuvieron 5 hijos en total: Blanca, Elisa, Juan Ramón, Erminda Luján y, finalmente, María Eva. Desde pequeña sufrió mucha discriminación ya que, en aquella época, la ley argentina establecía una serie de calificaciones infames para las personas si sus padres no habían contraído matrimonio legal. Cuando su padre falleció en 1926, la familia legítima de Juan Duarte les prohibió la entrada al velatorio, pero gracias a una mediación de un hermano político del padre lograron acompañar el cortejo hasta el cementerio y asistir al entierro.
En 1930 su familia se mudó a la ciudad de Junín, donde floreció la vocación artística de Evita. En su colegio, se destacaba por su actuación y por la participación en los actos y espectáculos que allí se organizaban. En 1935, con 15 años, Eva migró a Buenos Aires. Durante los siguientes años transitará un camino de escaseces y humillaciones, viviendo en pensiones baratas, y actuando intermitentemente en obras de teatro. Lentamente Eva fue logrando un cierto reconocimiento, participando primero en películas como actriz de segunda línea, también como modelo, apareciendo en la tapa de algunas revistas de espectáculos, pero sobre todo comenzó una carrera exitosa como locutora y actriz de radioteatros. En los primeros días de 1944 Eva conoció a Juan Perón. En esa época la Argentina atravesaba un momento crucial de transformaciones económicas, sociales y políticas. Perón decide integrar por el Partido Laborista la formula Perón-Quijano, que se perpetuaría en sus dos presidencias, para presentarse en los comicios del 24 de febrero de 1946. Evita decide que no actuaría como una simple esposa de candidato y que actuaría a la par de Perón. Ella prefería impulsar una política social a través de la Fundación Eva Perón, ayudando a los más necesitados. Sin necesidad de autoproclamarse feminista, encabezó la lucha de las mujeres de nuestro país, fundando el Partido Peronista Femenino en 1949 que no sólo logró la participación militante, sino también los cargos políticos. Además, logró sacar adelante el proyecto del voto femenino en 1947: "Aquí está, hermanas, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas". Ella también hablaba sobre las amas de casa, diciendo que era un trabajo no pago, cosa que no se hablaba en aquella época. Pero la vida sería injusta con ella, ya que enfermó de cáncer de cuello uterino a muy temprana edad. Esta enfermedad le causaba desmayos y quebrantos, pero ella se resistía a parar. El 6 de noviembre de 1951 fue intervenida quirúrgicamente y el 11 de ese mes votó por primera vez postrada en su cama. Luego de varias sesiones de radioterapia, el 18 de julio de 1952 entró en coma por primera vez. Falleció el 26 de julio de 1952 a la edad de 33 años. Su cuerpo tardó 1 año en ser embalsamado. Durante la dictadura militar que derrocó a Perón, el cadáver de Evita fue robado. Antes de llevárselo, lo orinaron. Fue dentro de una camioneta por varios meses, estacionándose en distintas calles de Buenos Aires. En 1957 enviado y enterrado en Italia bajo el nombre falso de María Maggi de Magistris. En 1971 el cuerpo fue recuperado de la tumba clandestina y devuelto a Juan Domingo Perón. Al cuerpo de Evita le faltaba un dedo (claramente intencional) y presentaba un leve aplastamiento de su nariz. En 1976 se le entregó el cuerpo a la familia de Duarte, que dispuso que fuera enterrada en una bóveda en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, donde se encuentra actualmente. Fue y será siempre una líder política, feminista, social y hasta espiritual de nuestro país y hoy, más que nunca, queremos recordarla así: haciéndole frente a todxs aquellxs que la denigraron por mujer, por hija “ilegítima” y por “puta” por ser actriz, mirando a los ojos a los oligarcas y defendiendo a los más humildes, siempre. Por su pasión, por su dedicación, su carisma y su fuerza implacable, la rememoramos con cariño y llevamos adelante, en la piel, su lucha por el bienestar de las clases populares y los derechos de los más necesitados. Sus descamisados no olvidamos todo lo que ella hizo por nosotrxs, y, desde una perspectiva feminista, reconocemos que no hay feminismo sin justicia social.
Por Agustina Veliz
Juventud Peronista - Frente de Mujeres.
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